sábado, 9 de enero de 2010

18.040 personas perciben subsidios en Salamanca... Ni queremos prestaciones ni subsidios, queremos trabajo (y digno)


Algunos, más allá de cifras frías y asépticas para el ciudadano de a pie que ya poco le dicen y menos aún le estremecen, seguimos sin entender cómo una ciudad y una provincia que cuenta con múltiples proyectos y necesidades por desarrollar, contando además con más de 30.000 parados -se dice pronto- se encuentre en esta lamentable situación de precariedad y lo que es peor, que se asuma con total normalidad por pueblo, sindicatos y políticos. Veamos. Consideramos que es cuestión de lógica nuestra postura: hay miles de trabajadores -sin contar con todos los que emigran cada año- y también hay miles de actividades que llevar a cabo (la lista sería interminable) ¿Entones? Pues que algo falla en todo esto, principalmente el sistema económico establecido, sistema éste en el que el capital de un país se mide por su dinero y no por su trabajo/trabajadores (amén de su arte, ciencia y cultura). En el que los bancos y sus préstamos, dado que la nación y el estado ya no tienen la voluntad de generar el dinero y lo han dejado libremente en sus manos, dominan a la nación y con ellos a los ciudadanos. En el que sin dinero, aunque tengamos ideas y mano de obra disponible, no sirve absolutamente para nada. ¿Alguien ofrece más? Y todavía nos creemos libres y legitimamos el modelo imperante. Refundar el capitalismo afirman algunos… nosotros abogamos por borrarlo del mapa.

El patrimonio de un pueblo -hablando en términos económicos- no es el oro, ni los fondos de inversión, sino el trabajo. “No es oro todo lo que reluce” afirmaba el escritor Tolkien… Pues eso, que no queremos ni paro, ni subsidios (cuidado, eso no significa que nos mostremos en contra de los mismos). Lo que queremos, parados y no desempleados, es un trabajo digno, remunerado decentemente y sin jornadas laborales semi-esclavas para todos; y sin necesidad que papá o mamá estado “cuide” de nosotros cuando ellos, no nosotros, metan la pata. Y esto es sólo el comienzo. Pero rebajar estas demandas de antemano, justas y necesarias, sería acabar “amarillos”… ya que como decían los míticos Beatles: “Amarillo el sindicato es, amarillo es, amarillo es”…



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