Año tras año nuestra provincia está envejeciendo a pasos agigantados. Así lo vuelve a demostrar el último informe elaborado por el Instituto Nacional de Estadística en el cual sale a relucir que durante el pasado año 2009 casi tres mil personas han abandonado nuestra provincia y el número de personas por encima de los 65 años, es decir pensionistas, ha aumentado considerablemente. Tristemente es el devenir de Salamanca, una ciudad en donde cada día se hace más difícil encontrar un puesto de trabajo que te permita vivir dignamente, ya fuera de pequeños lujos o caprichos que a todo ciudadano de a pie le gusta darse de vez en cuando. Una ciudad en la cual, gracias a nuestros queridos gobernantes, se han cerrado grandes empresas como la Azucarera o la Nachi sin poner ningún tipo de remedio u ofrecer algún tipo de ayuda a los trabajadores afectados. Una ciudad en la cual los únicos “trabajadores” beneficiados han sido los constructores, banqueros, especuladores… perdonándoles el Ayuntamiento miles y miles de millones. Una ciudad en donde una gran empresa es vendida como el remedio al paro en nuestra ciudad (muchos de estos trabajadores contratados vuelven a estar sin trabajo habiendo sido explotados durante estas Navidades), engañando a la población, cambiando el nombre de calles, permitiendo que una multinacional haga y deshaga lo que le viene en gana en nuestra ciudad… Una ciudad en la cual gracias a los políticos de hoy en día, un salmantino joven y formado tiene que emigrar a otra ciudad porque en Salamanca su futuro es bastante negro.
Y ante esta pérdida tan alarmante de población salmantina, algún iluminado nos vende el cuento de que Salamanca, nuestra querida Salamanca, está creciendo gracias a la llegada de foráneos y que tenemos que estar agradecidos a ellos. Nosotros les decimos que no queremos que venga otra gente, queremos que la gente de Salamanca se quede aquí, forje su futuro aquí, nos ayuden, nos den soluciones, no queremos que nuestros hijos tengan que buscarse la vida fuera de la Tierra en donde nacieron.
Y ante esta pérdida tan alarmante de población salmantina, algún iluminado nos vende el cuento de que Salamanca, nuestra querida Salamanca, está creciendo gracias a la llegada de foráneos y que tenemos que estar agradecidos a ellos. Nosotros les decimos que no queremos que venga otra gente, queremos que la gente de Salamanca se quede aquí, forje su futuro aquí, nos ayuden, nos den soluciones, no queremos que nuestros hijos tengan que buscarse la vida fuera de la Tierra en donde nacieron.
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